La crisis del COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de la digitalización de los negocios tradicionales para poder competir con grandes gigantes del sector online como Amazon. Un reto que afecta sobre todo a los pequeños comercios de los cascos históricos de las diferentes ciudades españolas.
Son nuestros negocios de toda la vida: la pequeña boutique, la frutería de abajo, la librería de Juan o la tienda de souvenirs. Negocios que, en los últimos años, han tenido que hacer un esfuerzo enorme por seguir abiertos y ofrecer los productos más novedosos. Primero fue la llegada de los grandes centros comerciales; superficies llenas de franquicias que obligaron al pequeño comercio y a los ayuntamientos a poner en marcha todo tipo de campañas para reactivar la economía de calle. Ahora, el reto es mucho mayor: la digitalización. Los últimos tiempos, y de forma especialmente alarmante los meses de la pandemia, han puesto de relieve cómo incluso los pequeños negocios necesitan digitalizarse, tener su versión online, si quieren poder hacer frente a gigantes de la venta online. Pero la realidad es que no va a ser tarea fácil. Y no porque los comerciantes no estén por la labor, sino porque la mayoría de las ciudades no tienen preparado su centro histórico para la llegada de las nuevas tecnologías.
Instalar redes de fibra óptica en los centros históricos de las poblaciones es una asignatura pendiente, tanto para los operadores de redes de telecomunicaciones fijas de nueva generación, como para las propias administraciones públicas encargadas de la protección del mismo, dejando a los usuarios de esas zonas en desventaja con respecto al resto de los usuarios de redes de telecomunicaciones de banda ancha. Un problema que, por cierto, no es solo de los comerciantes, sino que afecta a todos los vecinos de estas zonas.
Así pues, es evidente la necesidad de encontrar soluciones generales más allá de convenios puntuales entre administraciones públicas y operadores de Telecomunicaciones para el despliegue en determinadas zonas protegidas de una ciudad o población. Ya que, debemos recordar, que los usuarios no sólo tienen derecho a tener los mismos servicios que el resto de sus vecinos sino que, además, deben poder elegir entre distintos operadores.
Por todo ello, creemos que las Administraciones Públicas deben tomar la iniciativa y aportar soluciones para la instalación de redes de telecomunicaciones de banda ancha en las zonas protegidas por ellos y los operadores de servicios, a su vez, adaptarse y aportar también soluciones específicas según la zona a acometer.
Defender y cuidar nuestro patrimonio debe ser una preocupación de todos, a la que ahora hay que sumar la necesidad de dar a los ciudadanos de estas áreas las herramientas que necesitan para poder competir en igualdad de condiciones con el resto.
Las soluciones no son fáciles ni rápidas, pero cuanto más se tarde en actuar, más se complicará la situación para miles de pequeños negocios en todo el país.
Actualmente existen varias vías que se pueden estudiar de forma concreta según el caso, la ciudad y los inmuebles que haya que proteger.
- Un Plan Digital para el Pequeño Comercio en materia de Transformación Digital que permita realizar un diagnóstico de situación de cada negocio, local y empresa.
- Ayudas y subvenciones orientadas a la mejora del acceso, conectividad, uso de aplicaciones y programas, sin dejar de lado un servicio de orientación en materia de innovación.
- Posibilitar el cambio y garantizar una vía de comunicación estable en materia de telecomunicaciones que logre las comunicaciones con clientes, proveedores, distribuidores y el acceso a servicios de almacenamiento u otras opciones de gestión.
Desde el colectivo de telecomunicaciones hemos advertido muchas veces que la falta de acceso a la tecnología (IoT, Small Data, Big Data, 3D, Robótica, Realidad Aumentada) supone no solamente un agravio para los ciudadanos, sino una firme desventaja de cara a poder hacer frente a los distintos retos sociales (desde la educación hasta el comercio) que van surgiendo. La reciente crisis sanitaria lo ha puesto de relieve y estamos seguros de que esto sólo es el comienzo.
La pregunta que nos toca hacernos ahora es: ¿Vamos a seguir permitiéndolo?
José Antonio López Olmedo.
Presidente AEGITT